Mi último proyecto ha sido la colaboración  en el diseño del número cero de una revista de moda, junto con otros compañeros también diseñadores gráficos. Lo que se supone debería haber sido una buena experiencia se convirtió en una situación a veces frívola, carente de sentido y lo más importante de ética profesional.
En el trabajo de la revista todo el mundo opinaba, opiniones sin criterio, sin estilo, sin fundamentación teórica. A veces parece que cualquier persona, sabe más que el diseñador gráfico y se atreve a dar consejos y a organizar el trabajo de acuerdo a modas sin interés.

Cuando vamos al médico y nos receta un medicamento, pocas veces después nos preguntamos si es lo correcto, y asumimos la prescripción del profesional. Pero en diseño cuando el diseñador organiza un proyecto, siempre existen opiniones al respecto, dejando en entredicho la capacidad del diseñador. Lo más grave, le obligan a hacer cambios sin lógica y fundamento y en algunos casos dejan que el diseñador asuma la responsabilidad gráfica de la comunicación sin haber tenido nada que hacer en el proceso de realización del trabajo propuesto.

En el diseño de la revista, la esposa del jefe, el jefe, la limpiadora, el conserje, la administrativa y un largo etcétera, daban consejos para la realización del número. Al final el trabajo del diseñador no existe, se convierte en el ratón o la tableta gráfica de los demás.

Durante este proceso de trabajo me surgieron muchas preguntas:

  • ¿Y esos «demás» ¿donde han conocido lo que es el diseño, historia, evolución, etc.?
  • ¿Es acaso el diseño una disciplina joven y mal reglada?
  • ¿Es acaso el diseño una práctica en manos de todos?
  • ¿El diseño es el resultado de una mala evaluación, hecha por personas ajenas a su entorno de trabajo?

También en este trabajo pude observar la actitud de mis propios compañeros diseñadores. Su ética profesional, su manera de abordar el proyecto—y lo más importante—, su manera de relacionarse con los otros compañeros de profesión y con el trabajo en sí. Me dí cuenta de la falta de valores profesionales.
Las opiniones del entorno de trabajo afectan al trabajo del diseñador. Y cuando el resultado no es satisfactorio se suele culpar al diseñador del error de comunicación o, mejor dicho, del error visual que supone realizar un producto ajeno a toda moda, tendencia infundada o el deseo de un jefe ciego en cultura visual, historia de la tipografía, el diseño y su evolución, producción editorial y más.

Y de nuevo  más preguntas:

  • ¿Presentamos la ética profesional de nuestra profesión como algo muy importante a tener en cuenta, o pasamos de largo?
  • ¿Qué nos enseñan nuestros profesores?
  • ¿Aprobamos unas oposiciones del estado y con eso basta para enseñar a los futuros profesionales?
  • ¿Acaso el diseño le toca una posición subordinada en la relación empresarial?

Después de vivir ciertas experiencias relacionadas con mi trabajo de diseñador gráfico, y conociendo algunos de mis compañeros de profesión, me reafirmo en mi vocación como comunicador visual, aunque a veces viva situaciones ajenas a lo que sería el buen hacer profesional y sobretodo a la ética humana y profesional.

 

Claudio Molina

Publicado el 07/01/2012. Fuente: http://foroalfa.org/articulos/el-medico-y-el-disenador